¿Estamos enseñando a matar a nuestros hijos?

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La violencia en los medios de comunicación se presenta como diversión para los niños

Por: Teniente Coronel David Grossman.- Para comprender lo que hay detrás de los tiroteos en Estados Unidos como el de Buffalo en Nueva York y todos las demás brotes de este “virus de violencia” en nuestros países latinoamericanos, hace falta que entendamos primeramente la magnitud del problema.
El virus de violencia atraviesa el mundo entero. La explicación debería ser algún factor nuevo que está sucediendo en estos países. Hay muchos factores presentes y ninguno debería ser descartado. Por ejemplo, la proliferación de armas de fuego en nuestra sociedad. Pero la violencia se está aumentando en muchas naciones con leyes muy rigurosas sobre las armas. Y aunque no deberíamos jamás quitar importancia al abuso de niños (as), la pobreza, o el racismo, hay una sola variable nueva presente en cada una de estas naciones que está produciendo exactamente el mismo fruto: la violencia en los medios de comunicación que se presenta como diversión para los niños.

Matar va contra la naturaleza

Matar no es algo que se genera naturalmente; hay que enseñar a la persona a matar. Y tal como el ejército está condicionando a personas para matar, nosotros sin discriminar estamos haciendo lo mismo con nuestros hijos, pero sin la protección.
El director del American Academy of Pediatrics Task Force on Juvenile Violence (Grupo de Estudio de la Violencia Juvenil de la Academia Americana de Pediatría) dijo “Por naturaleza los menores no matan”. Es una destreza aprendida. Y la aprenden del abuso y la violencia en el hogar y de modo persuasivo aún más, de la violencia como diversión en la televisión, las películas y los juegos de video interactivos.
Los métodos de esta locura: La insensibilización
La manera que los militares aumentan el índice de matar en combate debe enseñarnos algo, pues es la misma que utiliza nuestra cultura hoy día con nuestros hijos. Los métodos de capacitación que los militares utilizan son la brutalización, condicionamiento clásico, condicionamiento operante y modelos a imitar.
1- La brutalización
Ocurren al inicio de la instrucción para nuevos reclutas. Desde el momento en que se baja del autobús es objeto de abuso físico y verbal: un sinfín de planchas, horas interminables en posición firme o de correr con cargas pesadas y en todo momento hay profesionales bien entrenados que se turnan para gritarle. Con el fin de que pierda toda individualidad, le rapan la cabeza, y les llevan en manadas desnudas o vestidos todos iguales.
La brutalización está diseñada para deshacer todos los valores y normas que tiene; y acepte nuevos valores como la destrucción, la violencia y la muerte para su manera de vivir. Al final uno está insensibilizado a la violencia y la acepta como una destreza normal y esencial para sobrevivir en su brutal mundo nuevo.
Con nuestros hijos ocurre algo muy similar a esa insensibilización hacía la violencia; es por medio de la violencia en los medios de comunicación, pero en vez de jóvenes de 18 años, se inicia a los 18 meses cuando por primera vez una criatura es capaz de discernir lo que ocurre en la televisión. A esa edad una criatura puede mirar algo que ocurre en la televisión e imitar la acción. Pero recién a los seis o siete años de edad funciona la parte del cerebro que le permite comprender la fuente de la información. A pesar de que los niños pequeños tienen cierta comprensión de lo que significa fingir, su desarrollo mismo no les permite distinguir con claridad entre la fantasía y la realidad.
Cuando el niño pequeño ve a personas disparadas, apuñaladas, violadas, brutalizadas o asesinadas es como si fuera que realmente le ocurre a él. Permitir que una criatura de tres, cuatro o cinco años esté mirando una película “salpicadura”, que por los primeros 90 minutos esté aprendiendo relacionarse con un personaje y luego por los últimos 30 minutos esté mirando, indefensa, mientras que ese amigo esté cazado y brutalmente asesinado es el equivalente moral y psicológico de presentar a su hijo a un amigo, permitir que juegue con el amigo y luego descuartizar al amigo frente al hijo. Y eso ocurre a nuestros hijos centenares de veces.
Eso es lo que los medios de comunicación están haciendo con los menores.
En cada nación, región, o ciudad con televisión, hay una explosión inmediata de violencia en el patio de recreo y dentro de 15 años hay una duplicación de la tasa de asesinatos. ¿Por qué 15 años? Es que lleva ese periodo de tiempo para que la brutalización de criaturas de tres a cinco de edad alcance la “edad principal de crimen”. Es que lleva ese período de tiempo para cosechar lo sembrado cuando se brutaliza y insensibiliza a un niño de tres años.
Hoy día los datos vinculando la violencia en los medios de comunicación a la violencia en la sociedad son superiores a los que vinculan el cáncer y el tabaco.
2- Condicionamiento clásico
El condicionamiento clásico es como el famoso caso de los perros de Pavlov que uno estudia en la primera materia de psicología. Los perros aprendían a asociar el toque de la campana con la comida y al estar condicionados, los perros no podían escuchar la campana sin salivar.
Los japoneses eran maestros en el uso de condicionamiento con sus soldados. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial los presos chinos fueron ubicados de rodillas, en una zanja, con las manos atadas por detrás. Y uno por uno, unos pocos soldados japoneses elegidos entraban en la zanja para matar “su” prisionero a puñaladas de bayoneta. Les condicionaban a asociar el placer con la muerte y el sufrimiento humano. Inmediatamente después se invitaba a los soldados espectadores a tomar sakí, la mejor comida que habían disfrutado durante meses y a las así llamadas chicas de consuelo. ¿El resultado? Aprendían a asociar el hecho de cometer actos violentos con el placer.
Hay ejemplos bien definidos de la manera en que los medios de comunicación lo hacen con nuestros hijos.
Nuestros hijos miran imágenes gráficas del sufrimiento y de la muerte humana y ellos aprenden a asociarlas con su gaseosa favorita o algún caramelo o el perfume de la novia.
Después de las matanzas en Jonesboro una de las profesoras del colegio me contó como respondieron los alumnos cuando ella les informó de lo ocurrido en el otro colegio. “Ellos se rieron,” me dijo ella consternada. Una reacción similar ocurre todo el tiempo en los cines cuando hay violencia sangrienta. Los jóvenes se ríen y aplauden y siguen comiendo sus palomitas y tomando sus gaseosas. Hemos criado a una generación de bárbaros que han aprendido a asociar la violencia con el placer, tal como los romanos aplaudían y merendaban mientras mataban a los cristianos en el Coliseo.
3- Condicionamiento operante
El tercer método que los militares utilizan es el condicionamiento operante; es un procedimiento muy poderoso de estímulo-respuesta.
Cuando una persona está asustada o enojada responderá como ha sido condicionado a responder. Los menores escolares ensayan a formar fila y salir del colegio en el caso que haya un incendio. Un día ocurre tal hecho y a pesar de estar asustados fuera de sí, hacen precisamente lo que su condicionamiento les ha enseñado y se salvan la vida.
Los soldados aprenden a disparar contra siluetas en forma de hombres que saltan a su campo de visión, hacen la repetición centenares de veces. Más tarde, cuando el soldado está en el campo de batalla, o el oficial de policía está haciendo su recorrida y alguno le saca un arma, él disparará en forma refleja y disparará para matar.
Cada vez que un niño se divierte con un juego de video interactivo de apuntar y disparar, él está aprendiendo precisamente el mismo reflejo condicionado y las mismas destrezas motrices.
Este proceso es extraordinariamente poderoso y espantoso. El resultado es que cada vez habrá más seudo psicópatas caseros que matan en forma refleja sin mostrar ningún remordimiento. Nuestros hijos están aprendiendo a matar y aprendiendo a disfrutarlo; y luego nosotros nos atrevemos a decir, “¡Ay! ¡Dios mío! ¿Qué pasa?”
A menudo encontramos situaciones de chicos que jamás en la vida alzaron un arma de fuego real pero que tienen una precisión de disparo increíble. ¿Por qué? Los juegos de video.
4- Modelando papeles a imitar
En el ejército uno se confronta de inmediato con un modelo a imitar: el sargento de instrucciones. Él es una personificación de la violencia y agresión. En conjunto con los héroes militares esos violentos modelos a imitar siempre han sido utilizados para influir las mentes jóvenes e impresionables.
Hoy día los medios de comunicación proveen modelos a imitar para nuestros hijos, y se puede ver eso no solamente en los sociópatas rebeldes de las películas y los programas de televisión, sino también en los aspectos imitadores de los asesinatos de Jonesboro que son inspirados por los medios de comunicación.
Así es que hay asesinatos agrupados, imitadores que se extienden por los Estados Unidos como un virus diseminado por el noticiero nocturno. No importa lo que haya hecho una persona, al salir su imagen en la TV se le convierte en una persona famosa y alguien en algún lugar le emulará.
¿Es ese el precio que queremos pagar para el “derecho” de las redes de televisión de convertir a jóvenes acusados en personas famosas y modelos a imitar por medio de la exaltación de sus fotos en la televisión.

Nuestra sociedad necesita informarse acerca de estos crímenes, pero cuando se transmiten las imágenes de jóvenes asesinos en la televisión se los convierte en modelos a imitar. Los niños corrientes de edad preescolar pasan 27 horas semanales mirando la televisión. Este grupo de niños tiene más comunicación directa con la televisión que con los padres y profesores en conjunto.
El logro máximo para nuestros hijos es salir en la televisión. La solución es fácil, y sale directamente de la literatura de suicidiología: los medios tienen todo el derecho y la responsabilidad de contar la historia, pero no tienen ningún derecho de glorificar a los asesinos presentando sus imágenes en la TV.

Control de la realidad

Sesenta por ciento de los hombres en la TV participan en violencia: 11 por ciento son asesinos. Contrarias a las tasas corrientes, en los medios de comunicación la mayoría de las víctimas de homicidio son mujeres. (Gerbner 1994)
En un pueblo en Canadá en el cual la TV llegó por primera vez en 1973, después de la exposición se documentó un aumento de 160 por ciento en la agresión, los golpes, empujones y las mordeduras entre los estudiantes del primer y segundo grado. En dos comunidades similares sin TV no hubo cambio en la conducta de los estudiantes. (Centerwall 1992).
Quince años después de la apariencia de la TV en los Estados Unidos se duplicaron los homicidios, las violaciones y los asaltos. (Asociación Médica Americana)
Veinte por ciento de los estudiantes de colegios suburbanos aprueban que se dispare contra “alguien que le haya robado algo.” (Toch y Silver 1993)
En los Estados Unidos aproximadamente dos millones de adolescentes portan cuchillos, armas de fuego, cachiporras o navajas. Unos 135.000 los llevan al colegio. (America by the Numbers)
Anualmente los estadounidenses gastan más de US$ 100 millones en armas de fuego de juguete. (What Counts: The Complete Harper’s Index © 1991).

Desaprendiendo la violencia

¿Cómo se vuelve a casa desde ese lugar tenebroso y solitario al cual hemos viajado?
Un camino sería simplemente apagar la TV; si no le agrada lo que está en la televisión, utilice el interruptor. Un camino adicional para reducir la violencia es el control de armas. No quiero quitarle la importancia a esa opción, pero los Estados Unidos está atrapado en un ciclo vicioso cuando se habla de control de armas.
Los estadounidenses no confían en el gobierno; creen que cada uno de nosotros debería ser responsable de sí mismo y su familia. Eso sí es un punto fuerte, pero también es un punto de gran debilidad. Cuando los medios de comunicación fomentan temor y perpetúan un ambiente de violencia, los estadounidenses se arman para poder enfrentar esa violencia. Y luego por el hecho de que haya más armas, es mayor también la violencia. Y al aumentar la violencia, se aumenta el deseo de armarse.

A la defensa

Hace falta progresar en la lucha contra el abuso de niños, el racismo, la pobreza y a favor de la reconstrucción de nuestras familias. Nadie rechaza la idea que el colapso de la familia es un factor importante. Pero hay naciones que no tienen tasas de divorcio similar a las de los Estados Unidos, pero que sí tienen un aumento en la violencia.
Hace falta luchar en todas estas áreas, pero hay también un frente nuevo, el de desafiar a los productores y los proveedores de la violencia en los medios de comunicación. Expresada de manera sencilla, hay que formular legislación que declare ilegal los juegos violentos de video para menores.
No existe ningún derecho constitucional del menor de jugar un juego interactivo de violencia.
Más que nada el pueblo estadounidense tiene que aprender la lección de Jonesboro: La violencia no es un juego, no es gracioso, no es algo que hacemos para divertirnos. La violencia mata.
Lo que los medios de comunicación enseñan no es natural y si lo confrontamos con amor y confianza, la casa que ellos han construido sobre la arena se desmoronará. Pero nuestra casa está construida sobre la roca. Si nosotros no presentamos activamente nuestros valores, entonces sin duda alguna los medios de comunicación impondrán sobre nuestros niños los suyos; y los niños, simplemente no reconocerán su error.

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